Como decía, el nombre de Alquézar tiene su origen en el nombre árabe Al-Qsar, porque cuando los árabes conquistaron la zona, allá por el siglo IX, un cierto Jalaf ibn Rasid, que debía de ser el cabecilla de la pandilla, ordenó la construcción del castillo que se convirtió en el principal punto de defensa árabe contra los reinos cristiano del norte.
Y, ¿qué hacían por ahí un grupito de árabes hace doce siglos?
Bueno, pues por si alguien no lo sabe, los árabes entran en lo que ahora es España en el 711, y en menos de quince años ocupan casi toda la península, Portugal incluido y parte del sur de Francia.
Así que por unos dos siglos se lo pasan bomba por la zona de Alquézar sin que los acojonados cristianos de la montañas les toquen mucho la moral. Pero todo lo bueno acaba antes o después. A partir de inicios del siglo X los nuevos pelayos se ponen gallitos y les da por empezar a cargarse a palos a los moros, cuando consideraban que estos se pasaban de la raya claro, no siempre les daban hierro, de vez en cuando también eran amiguetes.
Pues, nada que tras un rey cristiano y otros muchos más, los siglos corren y Alquézar llega a ser el típico pueblecito aragonés rural, agrícola y ganadero que hasta la llegada de la revolución industrial, vive tran tranquilo con sus cabricas, huertecicos y agüica fresca del Vero.
Hasta cuando empieza a oírse por el Somontano:
– ¡Oye majico, que en Barcelona te dan cinco duricos al día por diez horas de jornal!
¡Quien se acuerda de la tranquilidad y buenos alimentos del Somontano! ¡Pa la fábrica a currar, tú!
En menos de cien años Alquézar pierde más de la mitad de sus habitantes, hasta que con la llegada de más duricos, en este caso de la nueva y económica Unión Europea, a los exalquezareños les entran ganas de volver al pueblo, a la casa de familia, empiezan la nueva reconquista reconstructora hasta convertirse en expertos barranquistas.
Come dicevo il termine Alquézar viene dal nome arabo Al-Qsar, perché quando gli arabi conquistarono la zona, in quel lontano secolo IX, un certo Jalaf ibn Rasid, che probabilmente era il capo della banda, mandò la costruzione del castello che diventò il principale avamosto difensivo arabo contro i regni cristiani del nord.
Ma cosa facevano da quelle parti un gruppetto di arabi dodici secoli fa?
Allora, semmai qualcuno non lo sa, gli arabi conquistarono il territorio attualmente conosciuto come la Spagna nel 711, e in meno di una quindicina di anni conquistarono quasi tutta la penisola, il Portogallo incluso e una parte del sud della Francia.
Quindi per circa due secoli se la spassarono ad Alquézar e ditorni senza venire disturbati dagli intemoriti cristiani nascosti tra le montagne. Ma si sa, il bello finisce prima o poi. Dall’inizio del secolo X i nuovi pelayos tirano su la testa e cominciano a menarli, quando credevano che questi li rompevano le scatole, non sempre era così, ogni tanto erano anche amici intimi di fiesta.
Dunque dopo un re cristiano e molti altri, i secoli volano e Alquézar diviene il tipico paesino aragonese rurale, agricolo e bovaro che fino all’arrivo della rivoluzione industriale vive tranquilo con i suoi caprioli, ortetti e l’acquetta fresca del Vero.
Finché un giorno nelle terre del Somontano si sente:
-Eihla majico, che mi hanno detto che a Barcellona prendi cinque soldi per dieci ore di lavoro!
Ecco, chi si ricorda della tranquilità e del buon cibo del Somontano! A lavorare in fabbrica, beo!
Ed è così che in meno di cent’anni Alquézar perde più della metà dei suoi abitanti, fin quando con l’arrivo di più soldi, in questo caso della nuova ed economica Unione Europea, gli ex di Alquézar ritrovano la voglia di tornare al paese, alla casa di famiglia e cominciano la nuova riconquista ricostruttrice diventando esperti barranquistas.