Versión española
Quien fue a Sevilla perdió su silla y quien fue a Aragón la encontró.
Así reza el refrán. Y muy bien se me podría aplicar.
Cuando se va a Sevilla se olvida lo que te apura.
Allí estás y más no ves que despreocupados sevillanos pasear por cada esquina.
Esquinas con varios bares y bares con nombres sin pares.
El Quitapesares serviría de icono, pero no es más que uno a millares.
El sevillano, sin duda, es un hombre sin igual. Habrá pasado años lejos de su tierra pero nunca deja de exprimir su sevillanidad. Sevilla le va por dentro. Su pose, su andar, sus manos, su mirada todo sigue siendo sevillano. Su broma siempre lista, su chispa al hablar. Su deje imperturbable, su seseo inmutable e imperdible.
Uno se pregunta: ¿por qué no vine antes a Sevilla? Si quería la felicidad en Sevilla la iba a encontrar. En Sevilla uno se siente afortunado, uno no sufre como en otro lugar, cierra los ojos ante la desgracia, se mofa de ella, juega con ella, casi diría que no la siente como cuando no está allá. Sevilla te esconde la vileza de la vida, te protege y te brinda la oportunidad de vivirla alegremente.
¿Por qué? No sé, o mejor no sé cómo decirlo. Solo en Sevilla uno se lo explica.
Será verdad lo que dice la canción.
¡Sevilla tiene un color especial!
Versione in italiano
Quien fue a Sevilla perdió su silla y quien fue a Aragón la encontró.
Cosí dice il proverbio, che è come dire in italiano:
Chi va a Roma perde la poltrona. Io vado al Campidoglio, la poltrona la rivoglio.
E potrei dire di me quando sono a Sevilla.
Quando a Siviglia si sta, si dimenticano le sofferenze.
Eccoti qua, e non vedi altro ad ogni angolo che spiensierati sevillanos passeggiare. Angoli pieni di bar e bar di nomi senza paragone.
Il Quitapesares (Il cancelladolori) basterebbe come icona, ma non è che uno tra i mille.
Il sevillano, senza dubbio, è un uomo senza confronto. Sarà stato lontano dalla sua terra per anni tuttavia continua a esprimere la sua sevillanidad. Sevilla c’è la dentro. La sua posa, il suo camminare, le sue mani, lo sguardo tutto è ancora sevillano. Lo scherzo sempre pronto, il suo parlato perspicace. Il suo accento imperturbabile, il suo seseo inmutabile e imperdibile.
Ci si domanda: come mai non sono venuto prima a Sevilla? Se volevo la felicità, a Sevilla la trovavo. A Sevilla si è fortunati, non si soffre come nel resto, si chiudono gli occhi se la disgrazia arriva, ci si ride sopra, si gioca con lei, quasi direi che non si sente come quando non siamo là. Sevilla ti nasconde la viltà della vita, ti protegge e ti dà l’opportunità di viverla allegramente.
Perché? Non lo so, oppure, non so come spiegare. Soltanto a Sevilla tutto questo si capisce.
Sarà vero quello che dice la canzone.
Sevilla ha un colore speciale!
Otra etapa del viaje.
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