Alimentación equina
Un español en Vicenza más pronto que tarde, descubre que en Vicenza las naranjas son rojas, la lechuga es morada, el bizcocho se llama pan di Spagna y las habas blancas, gruesas y mantecosas son españolas.
No son las únicas diferencias, por supuesto. A pesar de ser diferentes, en Vicenza la gran mayoría de alimentos son comestibles, buenos e incluso sabrosos.
Pero hay uno que no cumple ninguna de esas condiciones. Uno que te hace fruncir la nariz cuando abres el tarro donde se conserva. Que te hace dudar cuando ves su aspecto blanco amarillento de sutiles láminas. Que te retuerce la lengua cuando te lo pones en la boca. Que te calienta el estómago cuando lo tragas y te da un aliento de dragón con halitosis.
Algunos lo llaman rábano de España y esto para un español resulta, por poco enigmático sino más bien una afrenta. Porque por su nombre más común no se diría que fuera castellano, ni siquiera italiano y tampoco vicentino.
Su nombre es, cren, y por lo tanto, no puede ser sino teutónico, tudesco, es decir, alemán. Y para un español en Vicenza el alemán y lo teutónico no suele resultar agradable al oído ni al paladar.
Y es en ocasiones como esta que viene que ni pintado lo que supuestamente dijo el rey Carlos I de España o Carlos V de Alemania, de madre castellana y padre alemán, y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, acerca de su lengua paterna.
“Yo, -dijo el Habsburgo- hablo español con el pueblo, italiano con las señoras, francés con la nobleza y alemán con mi caballo”.
Y es así que un español en Vicenza confirma como ya hiciera su ilustre compatriota:
¡El alemán como el cren para el caballo! Pobre animal…
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