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La Mona de Pascua
La Mona es un pastel de harina, azúcar, huevos y mantequilla que el padrino o padrina regala a su ahijado o ahijada el lunes de Pascua en Cataluña y alrededores. Antiguamente la mona era una torta de pan circular, pero también podía tener diferentes formas: un cordero, una gallina, una luna, un barco, un molino, etc., pero en ninguna de ellas faltaba el huevo de chocolate.
Aunque la tradición dice que la Mona se regala hasta que el ahijado celebra la primera comunión, ésta no se cumple normalmente y el padrino, con toda la ilusión del mundo, sigue haciendo el presente. Claro que cuando el niño ya se ha hecho grande en vez de pedir el pastel lo que debería pedir es dinero.
Yo, sin embargo, prefiero una y mil veces, mi Mona. Y no hay una Mona mejor que la de bizcocho con dos capas de crema de trufa cuya parte superior lleva una capa de yema de huevo gelatinosa en la que se han posado trocitos igual de sabrosos de frutas acarameladas: pedazos de peras, mitades de cerezas, rodajas de naranjas, todo ello cubierto por esa sabrosa capa fina y brillante de clara de huevo. En sus bordes cuelgan, inevitablemente, centenas de trocitos de almendras pegadas al bizcocho gracias a una deliciosa y densa crema blanca. ¡Ésa es mi Mona!
Aunque para que sea totalmente Mona no puede dejar de tener encima el típico huevo de chocolate o sus muchas otras versiones siempre del derivado dulce del cacao.
En España era la Mona la que marcaba el momento del año en la que se celebran las Pascuas. Era la que tomaba de postre cada día hasta acabarla o incluso podía ser mi único plato en cualquier momento del día.
No podía imaginarme que en Vicenza la mona se celebra todo el año y no es precisamente un pastel.
¡Felices Pascuas! con Mona obviamente…
Spagnolo a Vicenza 