Capuchinocruasán

Ya puede ser de pie en la barra, y normalmente lo es, o sentado a la mesa o dirigiéndose a ella, da igual, la respuesta es: capuchinocruasán. Así, todo seguido. Sin pausa.

El vicentino contesta casi siempre de esta manera. De corrido. Como si el tiempo lo persiguiera. Ni que fuera un toro.

A veces, en efecto, el vicentino corre de verdad. Es su momento corredor. Es cuando entra en el bar equipado con casco, culotte, maillot, guantes y botas de ciclista. Y de esa guisa, suelta el vocablo: capuchinocruasán.

Y a mí me encanta. Aunque todavía no entiendo la razón para hacerlo de tal modo.  Bueno, quizás sí.

Si lo pienso bien, no es la única ocasión en la que el vicentino vive con prisas. Más bien no son extrañas las veces en las que se apura. Sobre todo en su vida empresarial.

Bien es sabido que el vicentino de toda la vida es un gran trabajador. Y un trabajador que se precie es un trabajador que no pierde tiempo. Nada de chichielechisleuil. No, su tiempo es oro. Su tiempo son schei. Y para ello le son indispensables el telefonoempresarial, el ordenadorempresarial, y por encima de todo, el cocheempresarial. Herramientas fundamentales en su vida laboral. Y social.

Si no, no es el vicentinodoc

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