Ho scritto questa storia per il concorso #cuentosdeNavidad di Zenda. Prima che finisca il Natale vi racconto la nostra favola natalizia.
He escrito esta historia para el concurso #cuentosdeNavidad di Zenda. Antes que terminen las Navidades os cuento nuestra fábula navideña.

En algún lugar de España a finales de diciembre de 2019.
– ¡Hola chiquitín! ¿Quieres que te cuente una fábula?
– ¿Una fábula? Y, ¿qué es eso? – le pregunta a su tío mientras juega con el móvil de su madre.
-Es una historia, en este caso de navidad – le dice al sobrino.
– ¿Sobre Papá Noel? – pregunta casi seguro y con esperanza de pasar un buen rato.
– No, esta fábula es una historia real, sobre el niño Jesús y su familia – le dice el tío, conociendo ya su respuesta.
– Ah… no, seguro que es aburridísima – contesta el zagal medio bufando.
-Pues, no creas. Es mágica y fantástica, como las de Harry Potter – insiste el tío esperanzador.
– ¿De veras? Bueno, vale… – dice el chiquillo con hilos de entusiasmo.
-Mira, la fábula empieza así: el tío Eduardo estira el cuello, coge aire y mirando al cielo exhala, ¡Quiquiriquí!
– ¿Una gallina? – pregunta sorprendido Emilio.
– ¡Nooo! es un gallo, y además mágico, porque es el primero que se entera del nacimiento de Jesús y lo comunica a todo el mundo.
-O sea, que cuando un gallo dice quiquiriquí, está diciendo: Jesús ha nacido – afirma con completa seguridad el sobrino Emilio, arrugando la frente y mirando con desaprobación a su tío.
-Bueno… este gallo sí, ya te dije que es un gallo mágico, de hecho, con su cacareo también indica el lugar exacto donde nace el niño Jesús – insiste convincente el tío.
-Pues, claro, estaba ahí, ¿no? – sanciona Emilio rotundamente.
– Pues… no exactamente. Es que cuando el gallo cacarea, despierta a todas las personas, y entonces éstas ven el lugar.
– ¿Se lo dice el gallo? Pregunta el sobrino deseando saber cómo.
– No, se lo dicen unos ángeles. Unos ángeles mágicos, por supuesto, que anuncian a todo el mundo que el niño Jesús ha nacido en un pesebre con mula, buey y todo.
– ¡Anda ya, tío! Exclama Emilio, casi enfadado – ¿Y cómo saben cuál es, donde está… y…y…?
-Espera Emilio, mira, es fácil. Esas gentes, son pastores magos como Harry Potter y tienen poderes para saberlo.
– ¿Pastores magos? Harry Potter es un aprendiz de mago, no un pastor – asegura mirando inquisitivamente al tío Eduardo.
– Sí, tienes razón…. pero es que esta historia pasó mucho antes y por aquel entonces no se aprendía a ser mago, se era mago – le asegura a Emilio con delicadeza. Los pastores eran magos porque Dios quiso. Y claro, Dios tiene superpoderes, fíjate, más que el mago Dumbledore de Harry Potter –le dice el tío.
– Uf, pues así, sí que era fácil encontrar al niño Jesús. Dumbledore es el mejor, siempre vence y tiene razón – responde Emilio todo convencido.
– Claro, por eso los pastores tardan tan poco para encontrar en el pesebre al niño Jesús y a sus padres: María, José y el Espíritu Santo.
– Emilio pensativo le pregunta al tío Eduardo que ya se la veía venir: ¿Por qué tres padres? Yo solo tengo dos, mi mejor amigo Víctor también.
– Recuerda que ésta es una historia fantástica. ¿A ti no te gustaría tener tres padres? Uno que fuera tu maestro. Otro que jugara contigo cuando quisieras. Y otro que te contara historias asombrosas. A que te gustaría, ¿verdad?
– ¡Mogollón! – exclama Emilio contentísimo – me gustaría muchísimo tío.
Al instante, Emilio cabizbajo y perdida toda esperanza añade – aunque ya sé que no pasará nunca.
– De todas formas… Emilio, te deseo feliz Navidad.
– ¡Feliz Navidad tío Eduardo!