Otra cosa extraña de mi querido compañero de piso Jesús era la comida.

Tenía todos los armarios de la cocina llenos: jarras de pepinos, alcachofas, pimientos, tomates, calabacines en aceite. Longanizas, salchichas, salamis secos. Ristras de ajos blancos enormes, así como de cebollas blancas, doradas y rojas.

No faltaban tampoco cajas de pasta de marcas que yo no encontraba en el supermercado. Y otra jarras de melocotones, peras, albaricoques y cerezas en almíbar. Y algunos manjares más que no recuerdo.

Sin embargo, nunca lo había visto volver del súper. Y casi nunca cocinaba sino era un abundante plato de pasta.

De vez en cuando desaparecía por días o semanas. Cuando volvía su pequeño coche iba repleto de todo tipo de comestibles.

Entonces entendí, también, la diferencia entre terrone y polentone en italiano

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