Ti racconto la mia storia a Vicenza con un tweet / Te cuento mi historia en Vicenza con un tuit.

Un inquietante haz de luz

Mirar cómo los vicentinos llegaban, pululaban y se largaban del centro, se había convertido casi en mi costumbre de cada fin de semana.

Lo que yo no sabía era que yo no era el único que miraba lo que hacían los demás. Había alguien que me miraba a . ¿Quién sabe cuanto tiempo llevaba o llevaban haciéndolo?

Yo llevaba casi un año en mi pisito del centro y ya me había acostumbrado a mi nueva soledad. Como buen español solía volver tarde a casa y pasaba más tiempo en ella por la mañana que por la tarde.

Cuando regresaba por las tardes solía ser hacia las once de la noche y las dos calles que llevaban a mi pisito estaban siempre vacías.

Entonces, abría la estrecha puerta del edificio y tenía que subir una empinada escalera hasta el tercer piso, para llegar al mío. A esas horas, nunca me cruzaba con nadie. La verdad es que ni siquiera de día me topaba con alma viva.

En la segunda planta vivía una señora que solo conocía por nombre y apellido, los de su letrero del timbre o de su buzón de la escalera. Y verla lo que se dice verla no le había visto nunca el pelo.

En la primera planta había -lo que cualquier edificio que se precie del centro de Vicenza no puede dejar de tener- un notario. O sea, estaba su despacho, porque el notario casi nunca estaba. Si estaba, estaba por las mañanas, aunque la mayoría del tiempo no estaba.

Así que yo me había acostumbrado totalmente a una silenciosa soledad.

En los últimos meses, realmente, ni siquiera yo estaba en mi propia casa. Pasaba más tiempo en otra fuera del centro donde incluso me quedaba a dormir. Mi primera morada vicentina estaba más sola que la una.

Sin embargo, uno de esos días -después de casi un año de alquiler de mi propia casita- volví a mi casa. Era por la mañana y como siempre abrí la estrecha puerta del edificio y me encaminé peldaño tras peldaño hacia el tercer piso. Justo después del último giro de barandilla noté que algo pasaba. Había un inquietante haz de luz que salía de mi puerta entreabierta. Y yo siempre cerraba la puerta con llave

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2 pensieri riguardo “Uno spagnolo a Vicenza/ Un español en Vicenza

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